La importancia del contexto en el Diseño: lecciones de una alerta de calor

Hoy, mi móvil ha vibrado con un mensaje inusual para esta época del año: ¡Alerta de calor extremo! La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) nos advierte de una ola de calor que afecta a Madrid en esta tormentosa tarde de junio. Este evento me recuerda la alerta de septiembre de 2023, cuando un episodio de DANA interrumpió nuestras vidas con un estridente pitido, aconsejandonos quedarnos en casa. Ahora, incluso la feria del libro se ha visto afectada por este fenómeno climático en lo parecía una plácida tarde de primavera.

Empieza a ser habitual que factores climáticos empiecen a tenerse en consideración a la hora de tomar precauciones y adecuar nuestra vida al entorno que nos rodea y que se integren en nuestros dispositivos para ayudarnos a tomar mejores decisiones, como por ejemplo salir o no de casa o acudir a ciertos lugares que podrían entrañar algún tipo de peligro. La tecnología nos ayuda a estar preparados, integrando alertas y recomendaciones en nuestros dispositivos, a veces pueden ser intrusivos y algo molestos, como cuando nos importuna para levantarnos de la silla a media mañana pero en otros casos pueden salvar vidas. Estas llamadas de atención climáticas vienen bien de vez en cuando, ya que imbuidos de ciudad y trabajos remotos, tendemos a olvidarnos de que el mundo a nuestro alrededor está vivo y nos envía señales.

Nos dedicamos a crear productos que automatizan negocios y mejoran la vida de las personas por el camino, y por eso mismo debemos estar muy atentos a todo lo que sucede a nuestro alrededor, desarrollar ese instinto y esa capacidad de observación que nos ponga en nuestro sitio y nos haga replantearnos los quiénes, dóndes y cómos.

Sherlock Holmes, el célebre detective de la literatura, decía: «Es un error capital teorizar antes de tener datos. Insensiblemente uno comienza a distorsionar los hechos para que encajen en las teorías, en lugar de que las teorías encajen en los hechos.» Esta cita es crucial para nosotros, los diseñadores. No deberíamos crear nada sin antes vivir y entender la historia que queremos contar a nuestros usuarios.

El Contexto: Un Factor primordial

Cuando diseñamos productos digitales, el contexto es una circunstancia esencial que a menudo pasa desapercibida. Este contexto incluye el entorno físico, las características culturales, las necesidades y comportamientos de los usuarios, y las condiciones ambientales. Por ejemplo, ¿alguna vez has pensado en cómo diseñarías la interfaz de una ducha?. Con los ojos llenos de agua y jabón y los dedos mojados, tu diseño debe adaptarse a estas circunstancias específicas. Eso es exactamente el contexto, entender que fuera de las pantallas, está pasando la vida.

El diseño de productos comparte muchas buenas prácticas con la arquitectura, de hecho si eres un poco curioso verás que la mayoría de las reglas que funcionan en aplicaciones y plataformas digitales se alimentan directamente de principios construcción y proyección de lugares. Además, fue una de las primeras, o la primera, disciplina en poner al ser humano en el centro del proceso creativo. La arquitectura siempre ha considerado el clima, la topografía, la orientación solar y las tradiciones locales para crear obras que no solo cumplen su propósito, sino que también enriquecen la experiencia de uso e integran de manera natural en su entorno. No es lo mismo diseñar para el calor que para el frío; los arquitectos deben incorporar principios de orientación, aislamiento, ventilación y sombreado adecuados a cada clima y eso es lo que hace de algunos lugares del planeta sitios mágicos llenos de identidad.

A diferencia de nuestras plataformas, webs y aplicaciones, las viviendas y los espacios son muy conscientes del papel que juega en su diseño todo lo que les rodea. Empezar a ver nuestro software como un lugar habitado, con reglas similares a lo que sucede en el mundo físico nos hace más consciente de que diseñar es en gran medida cear caminos y movimientos de personas a través de lugares, y lograr que la gente siempre encuentre lo que venía a conseguir, que a veces es simplemente estar, otras disfrutar en compañía y otras conseguir un objetivo. Al final lo más importante es que ese rato que empleen paseando por nuestras estancias sea agradable, que no se sientan perdidos y que se vayan satisfechos.

La escuela del calor

El curso intensivo de verano se centra en estos principios. No solo nos adaptamos al clima veraniego, sino que también entendemos que el diseño bebe de otras artes más antiguas. La observación de los detalles es crucial, como te adelantaba. El material, la distribución de los espacios, la inclinación de los tejados o el tamaño de las ventanas reflejan y van a definir el tipo de vida que se llevará dentro una casa. Sin entender a las personas que habitarán esos espacios, es casi imposible construir un lugar que facilite su vida.

El producto digital debe ser un hogar, un lugar al que nuestros usuarios vuelven una y otra vez en busca de confort, seguridad y calorcito. Tal vez no te hayas percatado que la página de aterrizaje de muchas herramientas y aplicaciones se denomina “home” y se representa con una casita. ¿Crees que es casualidad?.

En muchas ocasiones la distancia que existe entre nuestros programas de diseño y la construcción y el lanzamiento de nuestros productos, nos hace perder la perspectiva de que detrás de los menús, los botones con las esquinas redondeadas y las sombras hilvanadas con destreza, hay personas, con sus sueños, sus dramas y sus problemas cotidianos. Entender y tratar de empatizar con el tipo de vida que paseará por nuestra solución y que confiará en nuestra capacidad de resolución de problemas para satisfacer algunos de sus pequeños anhelos es imprescindible para definir flujos, recovecos y espacios que se habitúen a ellos. De nosotros depende diseñar hogares acogedores o casas encantadas y malditas.

La próxima vez que recibas una alerta relacionada con los cambios del planeta, recuerda que el contexto es clave en el diseño, y que cada detalle cuenta para crear experiencias significativas y que sean capaces de adaptarse a las circunstancias precisas de cada lugar, no solo enriquece nuestro diseño, sino que también nos conecta con el entorno y las personas para quienes diseñamos.

¡Observa, aprende y crea con propósito!

Si los diseñadores pensaramos más en las personas y en sus vidas, tal vez los relojes nos recomendarían llamar a nuestras madres en vez de hacer diez sentadillas.