Cómo (y por qué) organizar tus proyectos de diseño en Notion
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¿Es el diseño estratégico una ciencia exacta? No. Se trata más bien, nos cuenta Ana, de una disciplina que se fundamenta en la sensibilidad, en la experiencia y en la interpretación. Una disciplina que se puede plantear desde tres dimensiones básicas. ¿Quieres saber cuáles son?
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Como diseñadores, es frecuente preguntarnos por nuestra capacidad como estrategas, si tenemos visión y sabemos reflejarla en los proyectos que abordamos. Para entender cómo mejorar el pensamiento estratégico que sostiene el diseño de la organización, de la cultura, del producto, servicio o proyecto al que nos enfrentamos, la pregunta que solemos hacernos es si existen herramientas o metodologías que nos permitan elevarlo. Esta pregunta significa que entendemos el pensamiento y diseño estratégicos como una forma de operar. Y puede serlo, pero hay propuestas más interesantes para abordarlo.
Desde este punto de partida podemos entender el pensamiento estratégico como manifestación de un tipo de inteligencia resultado de la intuición, de la sensibilidad, del conocimiento, de la experiencia. Más que una forma de operar entonces es una forma de ver, de pensar, de sentir. Trasciende el plano mental, alcanza lo físico, lo emocional, lo espiritual, si entendemos lo espiritual como algo más grande que tú. Porque a la hora de abordar el conocimiento y de proponer vías de intervenir en la realidad podemos movilizar todas las dimensiones que operan en el ser humano. El diseño resultante de esta forma de entender cómo pensar estratégicamente es entonces la capacidad para aprehender con sus infinitas texturas el contexto, qué lugar ocupan los actores que están involucrados en él, sentir, pensar con ellos, hacer algo con sentido y hacerlo en buena compañía. Porque en una sociedad tan individualista como la nuestra no damos la importancia que realmente tiene con quién pensamos y con quién hacemos las cosas, un aspecto crucial en cualquier proyecto.
Al situarnos en este punto, las metodologías pasan a un segundo plano, son ayudas para ordenar el proceso que vehicula formas de percibir, sentir e imaginar realidades. Por supuesto que hay maneras ordenadas y sistematizadas de abordar el acercamiento a una situación que debemos comprender. Pero con tiempo y experiencia te das cuenta de que la parte metodologizada es cada vez menor frente al conjunto de información que debes metabolizar y devolver de forma ordenada y sintonizada con el sistema en el que convive o va a convivir.
Cito a Ingrid Guardiola en su magnífico libro «El ojo y la navaja». Dice que en la economía de la atención, lo que pensamos, lo que deseamos y lo que creemos se construye desde fábricas de entretenimiento, tan sofisticadas como las de los bienes industriales. Y eso tiene un resultado: pensamos en términos de seducción. Atraer, entretener, es lo que permea todo. Nuestra capacidad de lidiar con la complejidad se ha reducido a mínimos. Esto es lo mismo que decir que nuestra capacidad de entender la realidad se ha reducido a mínimos.
Pensar estratégicamente es desentrañar los códigos y encontrar el sentido de lo que nos rodea, de lo que consideramos la normalidad. Es analizar qué estructuras han dado vida a esas realidades que queremos intervenir. Podemos entender mejor, con más profundidad las condiciones de producción de realidad. Porque el objetivo de todo buen diseñador pasaría por descubrir alternativas reales, auténticas, necesarias. Para ello necesitamos un pensamiento estratégico: creativo porque propone, orgánico porque está interconectado, complejo porque es sistémico.
Pensemos antes en lo que lo empobrece. Dejamos de ser creativos cuando buscamos seducir a la mayor velocidad posible, persiguiendo la eficiencia a toda costa, aplicando fórmulas, repitiendo automatismos, movidos por el interés en lo concreto e inmediato. Cuando nos enfrentamos a las distintas facetas de la vida desde una mentalidad instrumental. La realidad es múltiple, incierta, desordenada. Si sabemos observarla, pensarla y habitarla desde otra lógica, es una fuente inagotable de creatividad. Entender, aceptar y disfrutar su complejidad nos acerca a desentrañar de forma más auténtica los retos que debemos resolver.
Es importante reconocer que el diseño estratégico no es una ciencia exacta, sino una disciplina que se fundamenta en la sensibilidad, en la experiencia y en la interpretación. Las siguientes reflexiones surgen desde una perspectiva personal, basada en una visión y en el bagaje de experiencias acumuladas a lo largo de los años. Es una visión que muestra una toma de posición ante la profesión del diseño, estableciendo el lugar desde el cual ejercerla: reconociendo la importancia del conocimiento, del querer situarse en la contemporaneidad, de la comprensión de la complejidad de nuestro tiempo, de las estructuras y mecanismos sociales por los cuales las cosas son como son.
Planteo tres dimensiones básicas del diseño estratégico: la inspiración, la estrategia y la acción. Propongo que cada una de estas dimensiones la leamos bajo la luz de la contemporaneidad, es decir, dimensionada por las preocupaciones de nuestro tiempo. En cada dimensión hay elementos inmutables, los que responden a preocupaciones de los seres humanos independientemente de la época. Pero también hay elementos variables, los que reflejan las particularidades de nuestro tiempo.
LA INSPIRACIÓN
Sobre las bases de nuestro pensamiento
Nuestra capacidad como diseñadores tiene que ver con nuestra mirada. Una mirada desde la que ver y pensar la realidad. Una realidad cada vez más compleja que cambia a una velocidad cada vez mayor. El reto en este contexto es situar nuestra mirada con distancia suficiente para poder administrar la complejidad resultante; el desafío también pasa por desarrollar una mirada propia frente al ruido capaz de crear y proponer un imaginario de futuro al que dirigirse.
¿Qué conforma tu pensamiento, con qué alimentas tu forma de mirar el mundo?
LA ESTRATEGIA
Sobre ficción, individualismo y soledad
La separación entre las ideas y los hechos es un problema común en nuestra sociedad, lo podemos ver en investigaciones que se quedan en el mero análisis, en estrategias para empresas desconectadas de su propósito o en proyectos sin capacidad de involucrar a sus destinatarios. Evitar estas situaciones parte de una toma de posición: resolver un reto como diseñadores tiene que ver con aportar a la sociedad. Observar lo que acontece, lo que es real, detectar lo que es necesario para poder contribuir es parte de la responsabilidad del diseño. Es salir de nuestra burbuja y ser conscientes de nuestro sesgos para poder escuchar, empatizar y acompañar.
¿Cómo conectas la estrategia con lo que la realidad demanda?
LA ACCIÓN
Sobre automatismos y deshumanización
Cuando todo se estandariza y se simplifica para hacerlo eficiente, surge un problema, un problema real al que se enfrentan multitud de empresas: la falta de creatividad. El pensamiento se va volviendo simplista a fuerza de buscar soluciones rápidas que suelen responder a visiones simplificadoras; acabamos viendo el mundo en términos binarios, sin riqueza, matices, texturas. Por el contrario, el pensamiento complejo está en la base de nuevos modelos relacionales y culturales de los que emergen visiones creativas. Entender el mundo en su complejidad condiciona tu forma de pensar y por lo tanto de relacionarte con los demás. En la relación, en la conversación, es donde logramos generar cambios porque es donde se movilizan las ideas.
¿Cómo desarrollar una mirada más creativa?
Compartí estas reflexiones y preguntas durante un encuentro realizado el martes 13 de febrero, con Sergio Salgado y Luis Villa. Pudimos compartir con la audiencia las fuentes de creatividad que nutren nuestras miradas y nuestra creatividad. Quien desee añadir sus reflexiones puede hacerlo a través del vídeo de este encuentro.
Design Research and Strategy y Consultant. Con dos décadas de experiencia en la creación y gestión de agencias, se ha especializado en la transformación empresarial digital, estrategias de comunicación, creación de experiencias de cliente y diseño de productos y servicios en entornos digitales complejos. Actualmente, Ana aporta su visión estratégica para la transformación integral de empresas y líderes, conectándolos con las dinámicas del mundo contemporáneo a través de la empresa Soulsight y su Wander Lab.
Por otro lado, su interés personal por la democracia, los derechos humanos y la justicia social la impulsa a colaborar en diversas iniciativas como la Alianza por la Solidaridad / Fundación Action Aid. También diseña investigaciones y proyectos para instituciones internacionales dedicadas al cambio social.
En todo hay diseño, en la cultura, la política, las relaciones… pero pocas veces trascendemos a la visión técnica de la disciplina y tomamos conciencia de la capacidad que tiene el propio “acto de diseñar”. El ser humano es el único capaz de llevar a cabo esta tarea. A diferencia de lo que hayas podido escuchar, el diseño estratégico no es ningún milagro, ni una fórmula mágica para innovar, pero es una base sólida, necesaria y clave a día de hoy.
Para profundizar en esta tarea, para investigar y planificar con eficacia, este curso de 59 horas bucea por los entresijos del oficio y pone a tu servicio una visión depurada y contemporánea en torno a diseño estratégico. Puedes ver el programa completo del curso de diseño estratégico.
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